Anita sabe que el Santiago de Chile que dejó hace 34 años ya no es el mismo. Ella tampoco lo es. Sin embargo, aún hoy extraña recorrer libre las calles de esa ciudad de donde salió exiliada hacia Suecia, después de haber sido encarcelada y torturada por la policía secreta de la dictadura de Pinochet.
Dice que ahora le gusta pasar tiempo leyendo, escribiendo poesía, una novela y libros para niños. Que se despierta y sale a caminar descalza a la orilla del mar de Tarragona, donde vive actualmente. Siempre lleva con ella un libro de notas y le encanta ver fotos y vídeos de Mateo, su nieto que vive en Suecia.
«Poema de exilio» surge de una invitación de la poeta Begoña Ugalde, en uno de sus talleres, a escribir a partir de preguntas. Anita cuenta que sintió el exilio como una gran pérdida, un vacío, un abismo enorme. Que desde allí, desde los más de treinta años fuera, sabiendo poco o nada de su familia y amigos y sin poder compartir su vida con ellos, desde esa sensación de separación y de vida amputada, nació este poema.
¿Tú quién eres?
¿Qué buscas con la mirada
perdida en el vacío?
¿Es tan difícil soltar la tierra
cerrar la puerta?
¿Dudas si adonde vas se abrirá otra?
¿Qué buscas, qué te falta
qué se te ha perdido?
¿Qué es lo que se diluye
entre tus dedos?
¿Te han despojado de algo
te han desnudado, estás afuera
te han echado de tu tierra?
Des-terrada.
¿Tú, quién eres, de dónde vienes?
Hablas una lengua extraña
una lengua des-conocida
¿Cómo te llamas, extranjera?
¿Eres un puñado de tierra
un abeto, una acacia, un roble
un bote a la deriva o un bote en la ribera?
¿Un mate amargo o el árbol del patio?
Des-conocida, no reconocida.
¿No te reconoces, te han despojado de algo?
¿En qué momento te quedaste desnuda?
¿Tú quién eres, de dónde vienes, a qué has venido?
Palabras nuevas, lengua nueva
Nieve y mañanas heladas
tierra dura, tierra fría, tierra oscura
rocas milenarias
abedules elegantes, pinos gigantes.
¿No te gusta cómo sabe la fruta?
Son amargas las manzanas.
¿Refugiada? es fea esa palabra.
Ah, pero son lindos los fiordos y canales
sabrosos los muffins y los bolos de canela.
¿Por qué has dejado de soñar?
¿Te parece incierto el viaje
peligrosa la aventura?
¿Te sientes desolada?
¿Son desconfiados los vecinos
cuánta es la distancia?
No miran a los ojos.
Espían detrás de las cortinas.
Hay barreras invisibles.
¿Es el des-tierro, salir y llegar a otra tierra?
¿Qué haces mirando desde la calle?
por qué no entras a la casa
con luz en la ventana?
O ¿por qué no reconoces
que te gusta andar libre y sola
como una estrella?
Reconócelo, eres inquieta y patiperra.
¿Solo se pierde o también se gana?
¿Vas a tirar esos versos por la ventana?
¿Por qué no sonreír a la aventura?
¿Por qué no alegrarte de andar
por esos bosques tuyos?
¿Entrar en tu mar, deslizarte graciosa
despeinada y lejana?
¿No sabes que la libertad tiene un precio
que lo que eres lo llevas dentro?
Puedes salir de la selva
compartir con otros viajeros
sentarte en ese círculo alrededor del fuego.
¿Todavía miras esa ventana
sigues añorando entrar?
¿Tú quién eres, a dónde vas?
¿Tiene sentido partir, partirse, repartirse
ver nacer un nuevo día
hacerse, rehacerse, crecer
juntar, entretejer mares, bosques y terruños
apropiarse de la nueva lengua
reírte de los códigos culturales
y de los códigos secretos
morderte la lengua, medir distancias
medir palabras
renacer errante?
¿Por qué ser de aquí o de allá?
¿La Itaca de tu memoria dónde está?