Lo que empezó como un sueño, acabó siendo una tragedia en Nicaragua. La represión del gobierno contra las protestas que se iniciaron hace dos años y que se mantienen hasta la actualidad ha dejado ya más de 500 muertos. Y también han provocado miles de desplazamientos forzados, como el de Magaly Paut Castillo. Tras las amenazas que recibió por su activismo, Magaly decidió huir a Barcelona en junio de 2018, dejando atrás su familia, amistades y también su carrera. En este texto, nos explica cómo ha ido construyendo a lo largo de su vida las distintas facetas que la convierten en lo que es: mujer, rebelde, feminista, teatrista y, ahora también, migrante.
Mi autobiografía
Por: Magaly Paut Castillo
Soy piel canela, forastera y salvaje, nacida en Nicaragua hace 23 años. En Junio de 2018, salí huyendo de una dictadura camuflada de izquierda, que se robó la memoria histórica del sandinismo, aquel que en los años ochenta dio esperanza a la región, y la que, empujándome al exilio, también frustró mi sueño de convertirme en psicóloga. Entonces me hice rebelde.
En mi corta vida, yo ya he despertado muchos volcanes. A los diecisiete años me corrieron de casa por denunciar el abuso sexual dentro de mi familia. Y me fui. Entonces me hice feminista.
En mi corta vida, yo ya he despertado muchos volcanes
Todas las mujeres con las que me acuerpé se convirtieron en mis hermanas. Nos apoyamos, nos escuchamos, luchamos. Prendimos espacios de sororidad con bocas de guerreras. Entonces me hice activista.
Desperté también el volcán de la calle. Y me apropié de ella. Con mi cuerpo hablaba en diferentes lenguas: a veces en la de los derechos humanos, a veces en la del feminismo, a veces en ambas al mismo tiempo. Me sirvieron para no callar, para transmitir mis ideas. Así, fui pionera en caer mal a los poderosos de mi ciudad, Estelí. Y el teatro me resignificó mis demandas. Entonces me hice teatrista.
Y ahora estoy en Barcelona, rodeada de personas que no conocen la realidad de donde vengo. “Nicaragua lleva 375 días resistiendo la violencia gubernamental, más de 500 asesinados y 60.000 desplazados forzosamente, 15.000 desapariciones y 800 personas presas políticas”, son las palabras que más repito desde que estoy aquí.
Y ahora estoy en Barcelona, rodeada de personas que no conocen la realidad de donde vengo
Y en esta nueva ciudad, fui adoptada por En Palabras [relatos migrantes], un espacio donde convergen muchos mundos, donde con las letras nos abrazamos a miles de historias de personas con las que compartimos un trocito de esa otra realidad que nos pertenece, América Latina, o como mejor nos gusta llamarla a nosotras: la Abya Yala. En este grupo, todas venimos de allá, tenemos acentos que no son negados, recordamos nuestros colores, sabores y el dolor de la violencia que nuestros territorios comparten, así como las resistencias que hemos sostenido para sobrevivir. Es un proyecto que nos invita a contar, a dar a conocer nuestras experiencias de vida y a promulgar las razones que nos sacaron de allá y nos trajeron hasta aquí.
En fin, esta soy yo, Magy: mujer nicaragüense, rebelde, feminista, activista, y teatrista. Y ahora, también soy una mujer migrante.